CON GUSTO
CHARLIE
HEBDO
EMILI PIERA
Escribo bajo el impacto inmediato del
atentado contra la revista satírica Charlie
Hebdo que ha dejado doce muertos y una onda de malestar cuyo alcance puede
ser aún más letal. Entra en la lógica de la provocación dañar en la parte más
sensible y reactiva y, en ese sentido, los tiros van por el peor sitio posible:
un país en el que los xenófobos de Le Pen encabezan las encuestas sobre
intención de voto, cuando la oleada parda alcanza el meollo continental
–Alemania–, justo en el momento en que un novelista de moda –Houellebecq
– acaba de publicar una ucronía en la que un político musulmán llega a la
presidencia de Francia con el apoyo de la izquierda y la derecha liberal,
precisamente para cerrarle el paso a la extrema derecha.
El cuadro puede complicarse hasta el
infinito: el Estado Islámico es peor, mucho peor, que los talibanes y las
intervenciones del Imperio en Libia, Siria, Iraq y Afganistán han dejado estos
países mucho peor de lo que estaban, y no era fácil. Pero no vayamos tan lejos:
ya decía Octavio Paz que allí donde el Islam no es capaz de unir, separa
como un tajo de espada y que la crítica de la tierra es inseparable de (y va
precedida por) la crítica del cielo. El liberalismo jamás se hubiera abierto
paso sin una revisión, a menudo feroz, del papel de las iglesias realmente
existentes, no importa cuales. En la libertad para hacer chistes de Mahoma o de
su santa madre, nos jugamos la libertad entera. Incluso he oído decir a algún
cura que no nos atreveríamos a juzgar el Islam con la dureza que aplicamos al
Cristianismo, lo que delata nostalgias de hoguera inquisitorial realmente obscenas.
Para muchos musulmanes continua inédita
la convivencia con otras religiones y están muy lejos de haber experimentado la
separación, siquiera sea relativa, del poder religioso y el político. El
problema se arregla con franqueza y transparencia: mano tendida a los
musulmanes y advertencia de que el poder democrático no tolerará más
restricciones a la libertad que las que marca la ley. Si no les gusta, siempre
pueden ir a otra parte.
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