CON GUSTO
TRILEROS
Y HEPATITIS
EMILI PIERA
Igual es verdad, como afirma el cura
párroco de Orihuela del Tremedal, mosén Jiménez Losantos, que Mariano
Rajoy es un maricomplejines que
prefiere ver morir a las personas afectadas por la hepatitis C antes que
enfrentarse con el fondo de inversiones propietario de la patente del
medicamento que la cura: el Sovaldi. No otra cosa significa tratar a una quinta
parte de los enfermos y dejar a otros 20.000 con el consuelo de la regaliz, o
acogidos bajo el manto de alguna de las muchas vírgenes a las que invoca y les
lleva ropita el ministro del Interior.
Algo había que hacer. Por ejemplo
amenazar con una producción al margen de los propietarios de la patente. Lo
hace India, que tiene bombas nucleares, y Egipto, que no las tiene y está mucho
peor que nosotros. Pero claro, así el registrador de la propiedad se
indispondría con Donald Rumsfeld o Georges Schultz, que vigilan
el interés de los inversores (ellos mismos) y que tienen muchísimo dinero,
influencias, cobertura intelectual y sobre todo invitaciones para sentarse en
consejos, trilaterales e hipotenusas y pueden conceder alguna que otra regalía,
como la que obtuvo Aznar de Rupert Murdoch, el Señor Oscuro.
No quisiéramos estropear el futuro
prometedor de nuestro presidente en funciones y en aras de la concordia y la
sumisión estaríamos dispuestos, si no hay más remedio, a pagar un nuevo
impuesto sobre el café, las chuches o el rubio americano con tal de que no
muera nadie por no tener una medicina que, dicen, ni siquiera es nueva sino una
simple adaptación de los antivirales del VIH. No sé, no soy boticario, pero
quieren imponernos la visión de la salud no como un derecho o un servicio
(público), sino como otra mercancía más, como los billetes de avión o el jamón
de bellota. De hecho, Rumsfeld, que de vicepresidente ya era mucho más rico que
la muy pudiente familia Bush, estafó a varios estados con la amenaza irreal
de la fiebre del pollo, empezando por el Ejército de su propio país: los
trileros movían los cubiletes y distraían al panoli con las armas de
destrucción masiva.
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