domingo, 24 de mayo de 2015

COMER ARROZ EN VALENCIA


Melocomotó

   LA MALDICIÓN DEL ARROZ
EMILI PIERA
Invitar a forasteros a una comida en Valencia significa comer arroz. Esto es lo que hacemos, entre muchas otras cosas, en la Fira del Llibre: comer arroz, lo pide la clientela. Este año incluso hemos tenido a una autora capaz de engullir tres platos de arroz ella solita, no habíamos visto nada igual desde los tiempos en que llevábamos a Manolo Vázquez Montalbán al Machado 12 de Paiporta. La chica no estaba gorda ni fofa, la suya era una estructura recia y hasta regia: el orgullo de la raza. Por lo demás, ¿qué van a pedir, por ejemplo, Sánchez Dragó que tiene situados en Alicante muchos de sus ensueños infantiles, o Manuel Vicent que sigue, desde una órbita muy alta, dando vueltas al Partenón azul de Las Arenas?
Así pues llevábamos a los invitados a Jauja, en l’Albereda o Alameda, donde fuimos muy bien atendidos. Este local, y el de al lado, tienen la misma gerencia que la desaparecida Casa Balaguer en el camino a la Biblioteca Valenciana. Barrios de obreros que mejoraron su suerte y se dispersaron y han sido sustituidos por personas que ya no gozan ni de buenos empleos ni de ingresos regulares. A esto los ladrones del FMI (y su compinche Rajoy), le llaman recuperación por la vía de las reformas. Se fueron, pues, a otro barrio, que tiene sus ventajas. Por ejemplo, da gusto ver a las pijas y a sus cuerpos trabajados por el pilates y el sashimi. Yo disfruto de lo que dios pone en mi camino.
Como en la recta final el calor apretó, boqueábamos como llisas en el agua estancada. Decidimos ir a comer a Casa Carmela, en la Malva-rosa, junto al chalet de Blasco. Comimos un arròs del senyoret con una gamba de buen tamaño por cabeza, dejada caer sobre el arroz casi hecho. Tenían en la carta, diversa y amplia, el tinto de Utiel-Requena, Lo necesario, así que no tuve dudas. Excelente el punto del arroz pese a estar el local lleno. Como complemento comimos una ensalada y un pulpo braseado que estaba tierno.
En el postre yo pedí un sorbete con marc de champagne y otro chupito después. La casa invitó a los vicios. 34 euros por cabeza. Ya en el postre nos encontramos con el concejal Jurado, el de las farolas, ya repuesto de una grave afección. Celebramos hallarnos juntos en el mundo de los vivos.
Por cierto que en una cena paralela de escritores aporté un Bassus dulce de Hispano+suizas como vino de postre. Unanimidad con respecto a la excelencia de este vino sonrosado, ligero, acido, dulce, leve como una criatura.
Luego me llegó parte de la familia de Galicia y los honré con una cena en De tot un poc, en El Cabanyal, uno de mis lugares favoritos con amigos, en pareja o en petit comité. No tiene misterios: arroz en su punto y buena materia prima. Tapas. Era de noche y les advertí que en Valencia no se come arroz en horas nocturnas, salvo que estés en una falla y hayas nacido en Cuenca, que no es lógico (ni falta que hace), pero que es así. Inútil: pidieron arroz. Gallego: cabezón. La casa nos obsequió con unas ortigas de mar rebozadas a las que siguió un pescadito frito excelente, unas gambas al ajillo que nada tenían que ver con el material correoso y seco que sirven en otras partes, ajo arriero untuoso y leve, unas anchoas de buen tamaño y carne tersa y el arroz, claro, de marisco. Para beber, un Mestizaje tinto que es un vino no muy rotundo pero sabroso. Hablando de tapas, La Sequieta, Alaquàs, ofrece, además de sus menús de tapas, un menú hispano mejicano: hasta el 30 de mayo. Precios ajustados. Recomendable. 961 500 027.

-Jauja. En el número 3 de la Alameda, muy cerca de Viveros. Arroces de las tipologías más diversas. Terraza. Más que correcto y muy cómodo para comidas de trabajo. 960 032 165.
-De tot un poc.- Pequeño establecimiento en el 28 de la calle la Barraca de El Cabanyal donde se puede picotear un limitado pero goloso repertorio de tapas y luego rematar con arroz o un buen filete trinchado de novillo. 963 671 168. Familiar.
-Casa Carmela.-Muy centrado tras la última reforma (tiene terraza y comedor privado) Arroces y tapas marineras. Muy buen nivel. Isabel de Villena, 115. 963 710 073.



     

RELATOS SANGRIENTOS


CON GUSTO
   VENTANA DEL CRIMEN
EMILI PIERA
En mi última charla dentro de Valencia Negra, en la deslumbrante biblioteca del la calle Hospital, había muchas más mujeres que hombres, incluida la presentadora Marina Lomar, así funcionan las cosas en literatura y actividades afines, últimamente. Hablaba de Grans crims en pantalla menuda, de la novela cotidiana de los delitos de sangre (y sexo), esos que casi toda la televisión convierte en sopicaldo de sobre para tomar a mediodía o en la cena y a los que trata –como a los demás temas, incluso a la receta de la albóndigas con tomate– con las técnicas del reallity con la excusa de las audiencias, la rentabilidad y lo que pide el público.
La desaparecida Canal 9, en sus últimos años, destacó por su toxicidad y garrulería al tratar de los crímenes y alcanzó simas de infamia con las niñas de Alcàsser. Y Tele 5 sigue ahí, en el pináculo de las ventosidades. No tiene porque ser así. Mi señora madre solía decir que a las lectoras de El Caso les faltaba un tornillo (y eso que el Régimen trataba de imponer unos cupos a la publicitación de los crímenes, lo cuenta Luís G. Jambrina en En tierra de lobos, no fueran a pensar que vivíamos en el reino de los caníbales. No queridos, los caníbales erais vosotros). Pues bien, descubrí en la persona de Catalina, la madre de mi amigo Ximo, lectora de El Caso, a una auténtica narradora oral de crímenes y espantos de la mejor ley. La conmoción y el miedo.
En el principio fue la pérdida de la inocencia, la caída (de la que siempre te levantas con algún hueso roto; o desvertebrado, como un valenciano o un mejillón) y el crimen (Caín y Abel). El cuento, el mito, vinieron después. Ante la sangre derramada necesitamos saber más, restablecer el orden. Y a veces se hace bien, incluso en la tele, como en aquella Crònica amarga (de Canal 9) que dirigía Àngel Martínez. A veces la tele repara con una mano lo que rompe con la otra, aunque de los crímenes en televisión quizás hayamos pasado a los crímenes de la televisión porque hay poco servicio público, cultivo del morbo y entronización del beneficio que, tal vez, no lleven a ningún sitio en donde valga la pena estar.

TODOS EMIGRAMOS DE ALGÚN SITIO


CON GUSTO
   TENSIÓN MORAL
EMILI PIERA
El último pueblo paria o boat people son los musulmanes birmanos llamados rohingyas, que navegan a la deriva por el golfo de Bengala sin agua ni comida. Algo así como el pueblo hmong (el que sale en Gran Torino de Clint Eastwood), usado como peón de brega para luchar contra el Vietcong y abandonado después a su (mala) suerte. Hay algo peor que ser pobre y periférico (montañés o gitano del mar): haber perdido una guerra. Que se lo pregunten a los republicanos españoles que, tras la derrota, fueron acogidos en los campos franceses.  
Los campos para republicanos españoles carecían de muchas cosas y aplicaban un exceso de chulería, aún así y, como recuerda, Jorge M. Reverte, acogieron a muchas más personas de las que  Bruselas acaba de asignarnos para canalizar los éxodos de África y Próximo Oriente. Mucho menos que sirios atienden y alimentan Turquía y Líbano, más pobres que nosotros. También a Francia y Gran Bretaña les parece excesiva su cuota de inmigrantes, lo que indica que nuestra fibra moral está tan distendida como la chancleta de diez veranos atrás. Si no reaccionamos como mera ciudadanía, esa fibra moral, que hace posible la misma existencia de los pueblos, ya no la tensa ni el cirujano plástico de Catherine Deneuve.
Muy desesperado hay que estar para hacerse a la mar con un carraca podrida. O con una bañera de juncos y sin provisiones. Las dos cosas hemos visto. Hemos intervenido en Libia, en Iraq, en Siria y en Afganistán –entre otras intromisiones– y ni uno solo de estos países, que no iban muy bien, funciona mejor ahora. Todo lo contrario. Decimos una y otra vez que el enemigo no es el Islam, sino el terrorismo, pero el terrorismo no puede ser un enemigo, sólo es un procedimiento. La junta militar birmana, dicen, se había suavizado, pero con la ayuda de algún clérigo budista enfebrecido, se las ha arreglado para cargar contra los rohingyas: los distintos, la minoría. Ninguna ciencia ni religión garantiza la piedad. El penúltimo en perpetrar sonadas fechorías en nombre de la supuesta religión del amor fue cierto tipo de El Ferrol. O Pinochet.   

PUGILATO POLÍTICO


CON GUSTO
  PUGILATO POLÍTICO
EMILI PIERA
La política es un combate sucio y marrullero que ya vamos perdiendo mucho antes de que suene la campanilla del primer asalto. A la primera distracción, te derriban sobre la lona: y no te hacen la merced de contar hasta diez, prueba de ello es la forma sumarísima con que han sido apartados de la carrera Rodrigo Rato, Alfonso Rus y, antes, Tomás Gómez (sin tener la oportunidad de corromperse). No es que unas elecciones sean como suele decirse “la fiesta de la democracia”, una fiesta es una fiesta, carajo, pero tiene su importancia como sistema de provisión de cargos y formación de mayorías. Las mayorías, mandan: no tanto como los bancos y el Imperio, pero mandan. Así pues, mucho ojo.
Por ejemplo a nuestra paisana Núria Roca le han puesto una multa de 15.000 euros por llamar “choriza sin paliativos” a una choriza no sé si con atenuantes. Si a una señora la pillan en pijama en compañía de su promotor favorito ¿debemos colegir que estaban resolviendo puzles? Pues igual sí porque resulta que los planes de ordenación urbana al final encajaban al gusto de los integrantes de la fiesta de pijamas. Propongo que a partir de ahora de los usos correctos del idioma se haga cargo la autoridad competente, lingüística por supuesto: la Real Academia de la Lengua, no solo las razones que debieran resultar obvias, sino porque nos saldría más barato y, encima, no habremos de aprender que sólo el que manda decide qué significan las palabras.
La izquierda se presenta esta vez muy fragmentada. En la variedad está el gusto, pero si tantas ganaderías y hierros no muestran alguna flexibilidad, paciencia, espíritu negociador y, sobre todo, ausencia de doctrinarismo, lo que nos aguarda a la vuelta de la esquina convertirá a Silvio Berlusconi en un modelo de intelectual comprometido. Las expectativas son buenas, lo nuevo se abre paso, pero no hay más que ver el desgaste de Podemos por el caso Monedero, organizado por quienes se hicieron cargo de los bancos para atracar a los impositores, para saber que no, no mandamos y el árbitro es, como de costumbre, del Madrid.      

MALETAS UTERINAS


CON GUSTO
   MALETAS UTERINAS
EMILI PIERA
Hubo un tiempo en que los niños llegaban al mundo con un pan bajo el brazo. Era cuando los panes no estaban todos reunidos en los mismos sitios y no podía darse el caso de que los críos lo vean todo y lo pidan y sus padres sólo puedan comprarles muy pocas cosas, cada vez menos. Al parecer, esa tensión o encuentro de opuestos, es buena para los negocios, a ver si tanta prosperidad acaba con nosotros. Por eso, para compensar la poca natalidad (garantía de las futuras pensiones) y porque no hay pan para tanto chorizo, ahora los nenes llegan facturados en una maleta, como Adou, el crío de Costa del Marfil, que brotó, como Afrodita de su pechina, de las valvas de una maleta.
  Cuando Adou fue retratado por el escáner de El Tarajal se acomodaba, es un decir, en posición fetal: ¡qué templados han de tener los nervios algunos! Y desde muy pequeños ¿Se le puede dar el Pulitzer de fotografía a un escáner? Supongo que sí, una fotografía es importante por el cómo, pero también por el qué, es decir, porque refiere la única manera con la que los padres de Adou dieron para reunirse con su hijo: al parecer al padre le faltaban cuarenta euros para llegar a los 1331 euros que marca la ley. Supongo que también le faltaban varias pólizas y una fe de vida y, consecuentemente y por todo ello, el padre fue conducido a la cárcel y el niño separado, preventivamente, de su madre, que vive en Fuerteventura. Hay días que me parece que las leyes las hacen la gente de menos entendimiento.
Cuando éramos el pueblo de emigrantes que volvemos a ser (todos los pueblos lo son: hijos de los fugitivos de la ley, de las malas cosechas, de las guerras –civiles y propiamente militares–, de las catástrofes climáticas), sabíamos que las maletas, todas, tienen algo placentario. Nos mantienen unidos a la madre, al origen, a las mudas de calzoncillos, el hogar y la fiambrera de conejo con tomate, cuando la nueva intemperie aún es demasiado hostil. Jesús nació de una madre virgen. Sólo era cuestión de tiempo que una maleta alumbrara a su porteador. Y al futuro.