domingo, 24 de mayo de 2015

MALETAS UTERINAS


CON GUSTO
   MALETAS UTERINAS
EMILI PIERA
Hubo un tiempo en que los niños llegaban al mundo con un pan bajo el brazo. Era cuando los panes no estaban todos reunidos en los mismos sitios y no podía darse el caso de que los críos lo vean todo y lo pidan y sus padres sólo puedan comprarles muy pocas cosas, cada vez menos. Al parecer, esa tensión o encuentro de opuestos, es buena para los negocios, a ver si tanta prosperidad acaba con nosotros. Por eso, para compensar la poca natalidad (garantía de las futuras pensiones) y porque no hay pan para tanto chorizo, ahora los nenes llegan facturados en una maleta, como Adou, el crío de Costa del Marfil, que brotó, como Afrodita de su pechina, de las valvas de una maleta.
  Cuando Adou fue retratado por el escáner de El Tarajal se acomodaba, es un decir, en posición fetal: ¡qué templados han de tener los nervios algunos! Y desde muy pequeños ¿Se le puede dar el Pulitzer de fotografía a un escáner? Supongo que sí, una fotografía es importante por el cómo, pero también por el qué, es decir, porque refiere la única manera con la que los padres de Adou dieron para reunirse con su hijo: al parecer al padre le faltaban cuarenta euros para llegar a los 1331 euros que marca la ley. Supongo que también le faltaban varias pólizas y una fe de vida y, consecuentemente y por todo ello, el padre fue conducido a la cárcel y el niño separado, preventivamente, de su madre, que vive en Fuerteventura. Hay días que me parece que las leyes las hacen la gente de menos entendimiento.
Cuando éramos el pueblo de emigrantes que volvemos a ser (todos los pueblos lo son: hijos de los fugitivos de la ley, de las malas cosechas, de las guerras –civiles y propiamente militares–, de las catástrofes climáticas), sabíamos que las maletas, todas, tienen algo placentario. Nos mantienen unidos a la madre, al origen, a las mudas de calzoncillos, el hogar y la fiambrera de conejo con tomate, cuando la nueva intemperie aún es demasiado hostil. Jesús nació de una madre virgen. Sólo era cuestión de tiempo que una maleta alumbrara a su porteador. Y al futuro.  

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