sábado, 15 de octubre de 2011

LAS MUJERES DE MATILDE

CON GUSTO
LAS MUJERES DE MATILDE
EMILI PIERA
Creo que la mujer - su cuerpo, su estilo – es el más importante emisor de señales en cualquier época: por eso en Arabia las cubren con un trapo oscuro y largo, como a la jaula de un canario a la hora de dormir: para que no emitan. Ese pensamiento quizás haya estado en la cabeza de la pintora – y profesora de urbanismo - Matilde Alonso que pinta abstractos y sobre todo chicas: minifalderas que tomaron las armas, mujeres con un ojo verde asomado tras la melena, mujeres dobladas o desafiantes, humilladas o con botas de cuero y rizos de niebla. Estuvimos con Matilde en la inauguración de su expo en la Politécnica y en la presentación de su estupendo catálogo, que prepararon el editor Marc Sacarés y la diseñadora Inma Mañes. 
Una de las ventajas de buscar la amistad del arte o de cultivar el arte de la amistad es que durante unos minutos o dos noches, no más, parece que todos somos alejandrinos, incluso un poco cultos y con el ingenio oblicuo de la ironía, como si no hubiera ni parados ni delincuencia organizada del gran dinero, ni Duran i Lleida no pretendiera otra Padania, otra que unir al desconcierto vasco: una Padania de corazón pequeño, como una hucha o una hoja parroquial. Así que nos fuimos toda la banda a cenar – también estaba Julio Máñez - y como el número de gentes era ingobernable, se fueron produciendo deserciones. Pasó por allí el arquitecto Toni Picazo que me enseñó la Plaza Redonda limpia y reformada, sin casetas de betes i fils, fresca y grande bajo la luna. Volverán, como es de ley, las casetas a su sitio: es lo más parecido a un zoco árabe que se puede encontrar al norte de Tetuán. 
¿Y qué dice el cuerpo de las chorbas de ahora mismo, sobre todo de las debutantes? Pues que ya alcanzaron un buen dominio del maquillaje y la peluquería y que exhiben un estupendo perfil en Facebook (donde también se me aparece mi amigo Pistolo, el artista, con una melenita a lo Bob Dylan en Highway 61 revisited), una cosa entre la Cospedal y la Kidman, un pastel americano a la luz de los focos, aunque eso no puede durar mucho, nada dura.