domingo, 18 de enero de 2015

Charlie hebdo


CON GUSTO
  CHARLIE HEBDO
EMILI PIERA
Escribo bajo el impacto inmediato del atentado contra la revista satírica Charlie Hebdo que ha dejado doce muertos y una onda de malestar cuyo alcance puede ser aún más letal. Entra en la lógica de la provocación dañar en la parte más sensible y reactiva y, en ese sentido, los tiros van por el peor sitio posible: un país en el que los xenófobos de Le Pen encabezan las encuestas sobre intención de voto, cuando la oleada parda alcanza el meollo continental –Alemania–, justo en el momento en que un novelista de moda –Houellebecq – acaba de publicar una ucronía en la que un político musulmán llega a la presidencia de Francia con el apoyo de la izquierda y la derecha liberal, precisamente para cerrarle el paso a la extrema derecha.
El cuadro puede complicarse hasta el infinito: el Estado Islámico es peor, mucho peor, que los talibanes y las intervenciones del Imperio en Libia, Siria, Iraq y Afganistán han dejado estos países mucho peor de lo que estaban, y no era fácil. Pero no vayamos tan lejos: ya decía Octavio Paz que allí donde el Islam no es capaz de unir, separa como un tajo de espada y que la crítica de la tierra es inseparable de (y va precedida por) la crítica del cielo. El liberalismo jamás se hubiera abierto paso sin una revisión, a menudo feroz, del papel de las iglesias realmente existentes, no importa cuales. En la libertad para hacer chistes de Mahoma o de su santa madre, nos jugamos la libertad entera. Incluso he oído decir a algún cura que no nos atreveríamos a juzgar el Islam con la dureza que aplicamos al Cristianismo, lo que delata nostalgias de hoguera inquisitorial realmente obscenas.
Para muchos musulmanes continua inédita la convivencia con otras religiones y están muy lejos de haber experimentado la separación, siquiera sea relativa, del poder religioso y el político. El problema se arregla con franqueza y transparencia: mano tendida a los musulmanes y advertencia de que el poder democrático no tolerará más restricciones a la libertad que las que marca la ley. Si no les gusta, siempre pueden ir a otra parte.    

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