CON GUSTO
EYACULAR
CON RECETA
EMILI PIERA
Hace poco leí que la eyaculación
frecuente protege del cáncer de próstata, lo que convierte una ocupación en
verdad distraída, en una forma de profilaxis. Cuidado con los impulsos: el
hombre es, con el pulpo, el único animal que tiene la cabeza en el nacimiento
de las piernas, así que reparen en la guarrería de asociar cáncer y
eyaculación, algo parecido a mezclar aguacate y reflujo gástrico o hierbabuena
y meteorismo. Últimamente, cuando se me ocurre algo interesante –o sea, un
pecado– siempre viene alguien a decirme que tiene muchos antioxidantes o
vitamina C. Pero, ¿es que no pueden dejarme en paz con mi anhelo?
El descubrimiento de la eyaculación
pertenece a la Sociedad Americana de Urología, que no es un antro de placer, me
parece, y me recuerda mucho a una de esas licorerías yanquis que no tienen ni
letreros ni neones, ni reclamos ni ventanas, con las botellas en sus
estanterías como tristes putas de Amsterdam en su escaparate. Una mezcla de
bunker y fumadero de aeropuerto. Pero sí tienen anuncios enmarcados del Tesoro
Público sobre el empleo de los impuestos a la bebida en toda clase de bienes,
desde autopistas a colegios públicos. Cuidado: no hay que entregarse al vicio
por los motivos equivocados, o sea por virtud (falsa).
El
tintorro estaría igual de bueno si no tuviera resveratrol y si Dios hubiese
decidido que nos fijáramos en la naranja, no por su color, aroma y sabor, sino
por su efecto contra los radicales libres, las hubiera creado con prospecto. No
tengan muy en cuenta el consejo del urólogo: no hay que volver a la edad de
Onán, a la de los verbos reflexivos, cuando descubríamos las posibilidades del
instrumento, y no dejar de hacerlo en compañía –que es lo que toca– y contarlo,
luego, a los amigos, que es el mayor placer. Por otra parte, esos quebrantos de
próstata sólo los padece la gente un poco o bastante pasa, la maldita
sociología nos ha acostumbrado a vivir en franjas (de edad, de sexo, de
rentas), como los gazatíes, siempre amenazados por esto o lo otro. Úsenlo, pero
no le suelten discursos regeneracionistas.
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