martes, 2 de julio de 2013

Una gran bodega de Fontanars


EL MEDIO SIGLO DE DANIEL BELDA
EMILI PIERA
El bodeguero Daniel Belda lo es por familia, pero cuando hace unos meses celebró su medio siglo –un acontecimiento en nuestra vida, siempre tan precaria – en coincidencia con la Fira de Vins dels Alforins, se había hecho merecedor de un reconocimiento por méritos propios.
La melena (o la coleta) de Daniel, su moto, su figura delgada en las ferias y muestras (en la de Fontanars de este año recibió un cariñoso homenaje el vinatero Eduard Mestres), son auténticos emblemas de la comarca, de la impetuosa viticultura de Els Alforins que, en el País Valenciano, tiene el mérito de producir los vinos de mejor calidad media. Si se compara con el precio, la valoración sube incluso un poco más.
La bodega de Daniel Belda, durante los últimos años, ha crecido en diversidad y oportunidad, en riesgo y talento, en todos los frentes. Uno de sus últimos tintos se llama Travesti y su etiqueta es una broma elegante. Organiza cursillos y visitas a la bodega. Y se puede comprar directamente en su tienda de Fontanars.  
Tuve la suerte de conocer al padre de Daniel. Paseaba los extensos secanos de Els Alforins, hace unos años, no muchos, con mi amigo Manolo Asensi y nos encontramos a Pepe Belda trabajando en la viñas. Se quejaba de que la fruta había madurado mucho. Los braceros eran inmigrantes y coincidió el punto óptimo de la cosecha con las fiestas del pueblo, que no estaban dispuestos a perderse. Conclusión: hubo que aplazar la vendimia. “Eixirà un vi de 16 graus”, anunció el señor Belda. “¿I per a què el volen?”, inquirí. “Per a tindre-lo”, me contestó el patriarca. Antes de eso, acudía cada mes de octubre a la Fira Gastronómica de l’Alcúdia a probar la nueva cosecha del blanco Verdil (variedad que mantuvieron y que tiene fama de ser el vino inaugural de cada nueva temporada en toda Europa). Ese vino, si no recuerdo mal se envasaba con el nombre de Ponsalet y me gustó desde el primer día. El nombre ha sido recuperado para designar un delicioso (y asequible) tinto joven de monastrell y un cava muy fresco y apetecible. A partir de ahí el abanico de productos se abre considerablemente para seguir con los crianzas, los reservas y los cavas, además del aceite virgen extra Grum que también elaboran. Son productos obtenidos a partir de fruta criada en parcelas muy secas (menos de 400 litros de lluvia) y con la solidez calcárea de un bastión ibero. Cuatro variedades blancas y siete tintas confieren una buena base para la combinatoria. El blanco Chardonnay o el tinto de reserva Ca Belda (mezcla de monastrell y garnacha tintorera) son caldos que han obtenido, sostenidamente, altas calificaciones.
Como en breve, la Turia cumplirá cincuenta años, podemos decir que publicación y bodeguero, pertenecen a la misma quinta, a la misma cosecha. Y que no fue nada mala. Una bodega que creó en 1931 el tío Albero, suegro de Pepe Belda.
Pep Gimeno en la Fira de Vins dels Alforins. Fontanars

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