viernes, 5 de julio de 2013

Encajar un hotel

Construir un hotel, incluso un hotel de lujo, es fácil. Lo difícil es encajarlo (bien) entre unas dunas o unos acantilados costeros o en el paisaje cultural de una ciudad vieja. Ahí te quiero ver. Paco Somoza, el arquitecto del que ya les he hablado, se encontró con que "su" hotel estaba detras de esta maravilla:
Este prodigio es la iglesia románica de Santa Maria de Horta. Y el pirulo que aparece por detrás, es la chimenea de una vieja alcoholera en cuyo solar de levanta el hotel Palacio del Duero (cuatro estrellas).
Los cacharros de destilar tenían sus buenos cien años. Arqueología industrial. Somoza, que es un magnífico acuarelista y dibujante y que ha llenado más de trescientos cuadernos apaisados -que enseña a los amigos- con apuntes del natural, trazos de memoria y paisajes más trabajados y coloristas, decidió que valia la pena conservar tuberias, conducciones y serpentines que tienen el cálido color bronceado de una vieja arma aquea.
Antes de eso, el fotografo García Alix fijó en blanco y negro, la inconfundible atmósfera de abandono y silencio desvencijado que se apodera de una instalación industrial sin uso. Paz. Abolición del movimiento. Estas fotos estan expuestas en los pasillos del hotel. Pero es que junto a Horta está el convento que fue de los Templarios y de los caballeros de San Juan del Hospital. En lo que fue refectorio, está, como es lógico, el restaurante:
Lo más interesante de esta sala quizás sea el homenaje -irónico- a los frescos de San Isidoro de León sobre los trabajos (agrícolas) y los días. Aquí el elemento estacional son los distintos pescados que comparecen en las mesas, según la época del año. Hay que estar muy separado del mar, para querer así al pescado:
No es el único homenaje. El arquitecto involucró a una cuadrilla de grafiteros de Madrid (creo que eran nueve) para que hicieran sus propias interpretaciones de Las Meninas. Este es un ejemplo:
Más dificil era aprovechar el espacio de la torre que ahora cruza una especie de laberinto de rincones, escaleras y dioramas con desechos de la industria. Y que remata un atractivo salón de conferencias y reuniones
Y este es el aspecto que tiene el patio del hotel, un rincón verde atrapado entre el románico, los templarios, la industria vencida y el negocio hostelero. Ese día se celebraba allí una boda, con todos ellos y ellas guapos y jóvenes. No tengo foto porque no nos invitaron:
 
El hotel, claro, moderno, confortable y con unos precios muy razonables.

1 comentario:

  1. Los cacharros de destilar tenían sus buenos cien años. Arqueología industrial. Este sitio, que es un magnífico acuarelista y dibujante y que ha llenado más de trescientos cuadernos apaisados -que enseña a los amigos- con apuntes del natural, trazos de memoria y paisajes más trabajados y coloristas, decidió que valia la pena conservar tuberias, conducciones y serpentines que tienen el cálido color bronceado de una vieja arma aquea.

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