CON GUSTO
BAJEN LA VOZ
EMILI PIERA
La producción de ruido se considera una
industria prioritaria, no hay nada que la eche atrás, ni la Caballería. Me
contaba un amigo escritor que hace muchos años alquiló, a un precio tan bajo
que no se lo podía creer, una casa grande en Madrid, propiedad de una de las
ramas de una familia que había dado al Ejército varios generales en dos siglos,
también en Valencia. Cuando el inocente se acomodó en algunas de las piezas de
aquel chollo –en el resto instaló a los amigos que querían aislarse para
escribir la novela definitiva sobre Getafe–, descubrió el por qué del precio:
había debajo un mercado donde asentadores, transportistas, clientes e
intermediarios vociferaban desde antes de la salida del sol.
Siguiendo con esas fructíferas
relaciones entre ruido y fuerzas armadas (¡cuantos valerosos artilleros ha dado
a la patria nuestra tradición pirotécnica!), he observado que en restaurantes
de pueblos donde el mayor movimiento de personas es el paso del cartero, se
produce una escalada armamentística aunque la mitad de los comensales sean
extranjeros. Empiezan por gritar los locales, pero, para hacerse oír, con la
marea alta de las voces, acaban rugiendo hasta los noruegos. Al final parecemos
monos aulladores del Amazonas. Aunque hay industrias tildadas de nocivas,
ruidosas o insalubres, la producción de ruido nunca parece amenazada. La
garantizamos incluso el gremio de las Artes Gráficas pues Pérez Benlloch
(Al cierre), primero, y el
linotipista Alberto Pardos, después (Así
nacen y mueren los periódicos en España)
admiten en sus memorias el estallido de rebeliones vecinales por una actividad
con insuficientes amortiguaciones.
El AVE silencioso (sin móviles ni
voces) ha multiplicado por cuatro su cifra de negocio, aunque casi la mitad de
sus usuarios son catalanes y hasta los sevillanos lo piden más que nosotros. Demasiado
cívicos que hemos salido dado el mal ejemplo de Rita Barberá que quería
disparar, qué animal, una traca que se oyera desde dentro de las discotecas
para celebrar que nos daban la America’s Cup. Bajen la voz, por favor.
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