CON GUSTO
DINERO Y DROGAS
EMILI PIERA
Contaba Quim Monzó que el
Pentágono ha decidido desclasificar todos los documentos de los que se incautó
en el domicilio mortuorio de Ben Laden (el muerto era él) en Pakistán
–incluidas cartas personales, libros y notas–, excepto sus películas porno: nos
quedamos sin saber si le gustaban los gang
bang o los big melons, el Islam,
en temas carnales, tiene manga ancha (para los hombres) y, en ese sentido,
quizás tenga razón Houellebecq cuando dice que acepta el mundo en su
totalidad y tal como es, en calidad de obra deslumbrante de Alá. Puede. Sin
embargo yo creo, de acuerdo con los Padres de la Iglesia, que el mundo es maya,
ilusión, y que, alternativamente y como decía un sabio –de Carlet, en concreto–,
los enemigos del alma son tres: “Diners, diners i diners”.
El dinero no genera yonquis, que decía Marcos
Benavent, no es una substancia, sólo un correlato, una referencia, un
colección de estampitas (a veces pompier,
como los billetes franceses en colorines de antaño), aunque puede generar, eso
sí, considerables devociones. Y lo mismo podría decir del sexo. El dinero es
pura tecnología transformista, como el ilusionismo. Es lo que le permite, por
ejemplo, a Rajoy chasquear los dedos y presentarse en un mitin de
Valencia montado en un aerotaxi. Rajoy como X-men
queda un poco anticuado, a ver si lo rediseñan.
Las drogas sí generan adicción, pero se
exagera su poder: todo está en la cabeza, también las partes nobles. Ahora,
algún asesor de Obama propone, después de un siglo de violencia, reclutamiento
forzoso para la Cruzada contra el vicio, gasto desmesurado y vidas rotas (y no
por las drogas), despenalizarlas empezando por la marihuana que ya se produce
–y de excelente calidad– en suelo nacional. Como la metanfetamina. Ahorro de
divisas. La cocaína aún viene del sur, pero ya la trafican y benefician los
mejicanos y, por tanto, las ganancias de su comercio y de la guerra entre
carteles (con armas USA), acaba en los bancos bajo control del Imperio, la duda
ofende. Hay muchos muertos, pero son panchitos, gente de poca calidad. In God we trust, dicen los dólares.
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