CON GUSTO
FORMIDABLE
ENGENDRO
EMILI PIERA
Tenía que ser en el marco grandioso de
la crida fallera donde Rita Barberá, la alcaldesa, desvelase uno de los
mayores secretos del nuevo siglo y parte del anterior ¿Por qué no decía una
sola palabra en valencià ni en el día
de Sant Chusep, ni aún por Sant Donís
o Santa Caterina? Muy sencillo: para, como decía Cela, no ser causa de
siniestro. En la crida ha osado hacerlo, aunque en contacto con esa lengua en
la que hasta ahora no había dicho ni Bon
dia!, sienta, tal vez, la misma pulsión que Rambo al acariciar el gatillo,
la misma que Aznar ante un bolivariano, idéntica a la de Belén
Esteban si le tocan a su hija. Como el pulmón de Humphrey Bogart en
contacto con el tabaco.
Rita es excesiva, también para
equivocarse: con decirles que, aun tratándose de Ella, sentí la dulce punzada
de la compasión. En su breve pero substancioso parlamento, le dio tiempo y
halló espacio para atropellar el género de la caloreta –o sea, para confundir el culo con las témporas– y para
trastocar el ciclo de las estaciones y tomar a Vivaldi por Fittipaldi.
Mejor que Don Pío y El Sermó de
les Cadiretes. Superior a don José Molina Masset, eximio autor
suecano que redactaba ripios festivos y cartas de un bilingüismo simultáneo, El casament de Maria la Chapa y todo eso.
Pep Gimeno Botifarra, acabará
por ponerle música.
Y no culpen al mosto, otras veces le ha
servido de inspiración. Y así como el pusilánime de Nuestro Amado Líder exigió
de la Universidad la cláusula de sigilo para sus indagaciones doctorales, Rita
ha hecho sus experimentos lingüísticos –con resultados gaseosos– a la vista de
todo el mundo y en ocasión señalada. Gloria a las hembras valientes. La verdad
es que Rita en valenciano se me antoja algo así como Carlos Floriano en
euskera o Ana Botella en inglés oxoniano. Contra natura. Sólo una cosa me hace temblar de pavor político: ¿No
habrá tratado de reconstruir su mayoría
natural en base a todos los que, en esta ciudad, odian el valenciano, tal
vez superiores en número a sus usuarios, aunque tengan tan poca traza como doña
Rita?
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