14/12/14
CON
GUSTO
FANTASÍA EPICA
EMILI
PIERA
La Edad Media ya está de nuevo aquí y se nota
no sólo por la proliferación de filaes de moros, y hasta de cristianos, que
parecen salidos de un tebeo o película de fantasía épica (lo acabo de comprobar
en las fiestas de La Font de la Figuera) sino, porque desaparecidos los viejos
imperios y muy debilitados los estados nacionales, no hemos construido ninguna
Federación, tampoco la Unión Europea que lleva camino de convertirse en un
consorcio comercial, presidido por el jefe de los evasores fiscales, Jean
Claude Juncker, antiguo dirigente de Luxemburgo, superpotencia mundial en
visillos con encajes (para tapar la caja acorazada) y “una gran pastilla de
Valium” (Manuel Vicent).
El
cuerpo del Emperador estalló en pedazos y, a diferencia de la anterior Edad
Media, ni siquiera tenemos el poder arbitral del Papado: estalló antes con la
Reforma. Si tienen alguna duda comprueben quienes no pagan impuestos en ningún
caso: los más ricos –los señores feudales– y los eclesiásticos. Y tenemos
legiones de menesterosos. Y siguen creciendo. El Renacimiento no apunta por
ningún sitio y, no es por desmoralizar, pero lo más probable es que nos
tengamos que emboscar de nuevo y traducir a Platón. Las intervenciones
del imperio residual –Estados Unidos– se han saldado con sangrientos fracasos
así en Irak como en Afganistán, en Yemen, Pakistán o Libia. Normal: no se
trataba de arreglar nada, ni siquiera de dominar a alguien, sólo de tener una
excusa para el negocio de los contratistas. Edad Media con inglés comercial, el
latín de los sacamuelas.
Antaño,
la facultad profética era cosa de elegidos de Dios y grandes poetas. Luego, en
consonancia con los tiempos, bajó al nivel de los pequeños artistas: Julio
Verne, algún comediógrafo o un autor de buenas historias de espías como Trevanian que en Shibumi ya presenta a unos servicios
secretos paralelos que mientras el presidente aparenta mandar y hasta convoca
elecciones y firma decretos, sirven a sus verdaderos dueños: los señores de la
banca y del petróleo. La novela es de 1979, ya ha llovido.
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