jueves, 12 de noviembre de 2015

Don Tancredo y el general


CON GUSTO
  TANCREDO Y EL GENERAL
EMILI PIERA
No creo que este PP engañe a nadie con su frente patriótico, pero de todos modos lo intentarán, como si ellos tuvieran la solución de hacerse el Don Tancredo –inmóviles en su pedestal– y no fueran, realmente, parte del problema con su visión reductiva y excluyente de España, con el uso del odio al catalán como baza electoral recurrente (y aquí, en Valencia, mucho más) y, en definitiva, como la vía más segura de retroalimentación mutua con los soberanistas de Junts pel Sí y demás allegados. Tiempo les faltó a los portavoces del PP para decir que el compromiso del general José Julio Rodríguez no era con un partido –Podemos– “que se distinguiera por su defensa de la unidad nacional”.
La “unidad nacional” del PP ya sabemos cual es: la del “¡Hábleme en cristiano!”. Y yo no he visto que Podemos proponga trocear España: reformar la Constitución, sí; y buscar un nuevo acomodo de Cataluña en España, también. Y quizás eso pase por una consulta, ¿Por qué no? Podría darse el caso, y cada vez está más cerca, de que fueran las izquierdas del más variado pelaje las que abrocharan alguna forma de articulación nacional para el próximo medio siglo que supere la emulación negativa del “yo no quiero ser menos” del lado hortera de las autonomías y el empalagoso arrope de las visiones nacionalistas –catalana y española–, como si  nunca hubiera habido en Cataluña franquistas o carlistas o como si la flamante democracia española ya estuviera ingénitamente inscrita en el genoma de Franco.
Este es un país como otro cualquiera, de hecho más vivo que la mayoría. Y que siga. Razón tiene Enric Juliana al decir que el ala pactista de la política española es a la que más teme el partit de la flamarada, esto es, el catalanismo radical (y reaprovechados como Romeva), pero en esta danza, la cúpula del PP tiene menos papel que un pato mudo en un orfeón pues antes de que se plantearan los desafíos a la ley y el buen juicio de una parte de los soberanistas, el PP ya se había encargado de quebrantar una cosa y otra con una corrupción vergonzosa, general, desestabilizadora.    

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