CON
GUSTO
TANCREDO Y EL GENERAL
EMILI
PIERA
No
creo que este PP engañe a nadie con su frente patriótico, pero de todos modos
lo intentarán, como si ellos tuvieran la solución de hacerse el Don Tancredo
–inmóviles en su pedestal– y no fueran, realmente, parte del problema con su
visión reductiva y excluyente de España, con el uso del odio al catalán como
baza electoral recurrente (y aquí, en Valencia, mucho más) y, en definitiva,
como la vía más segura de retroalimentación mutua con los soberanistas de Junts
pel Sí y demás allegados. Tiempo les faltó a los portavoces del PP para decir
que el compromiso del general José Julio Rodríguez no era con un partido
–Podemos– “que se distinguiera por su defensa de la unidad nacional”.
La
“unidad nacional” del PP ya sabemos cual es: la del “¡Hábleme en cristiano!”. Y
yo no he visto que Podemos proponga trocear España: reformar la Constitución,
sí; y buscar un nuevo acomodo de Cataluña en España, también. Y quizás eso pase
por una consulta, ¿Por qué no? Podría darse el caso, y cada vez está más cerca,
de que fueran las izquierdas del más variado pelaje las que abrocharan alguna
forma de articulación nacional para el próximo medio siglo que supere la
emulación negativa del “yo no quiero ser menos” del lado hortera de las
autonomías y el empalagoso arrope de las visiones nacionalistas –catalana y
española–, como si nunca hubiera habido
en Cataluña franquistas o carlistas o como si la flamante democracia española
ya estuviera ingénitamente inscrita en el genoma de Franco.
Este
es un país como otro cualquiera, de hecho más vivo que la mayoría. Y que siga.
Razón tiene Enric Juliana al decir que el ala pactista de la política
española es a la que más teme el partit
de la flamarada, esto es, el
catalanismo radical (y reaprovechados como Romeva), pero en esta danza,
la cúpula del PP tiene menos papel que un pato mudo en un orfeón pues antes de
que se plantearan los desafíos a la ley y el buen juicio de una parte de los
soberanistas, el PP ya se había encargado de quebrantar una cosa y otra con una
corrupción vergonzosa, general, desestabilizadora.
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