CON GUSTO
COCINA PEDANTE
EMILI PIERA
Alguien
tendrá que decirlo: si muchos cocineros se han endiosado ha sido con
permiso de los comensales, porque nosotros lo hemos permitido. Como los
cantantes ligeros o los futbolistas galácticos. Como los pintores, en
otro tiempo tratados, por los poderosos que podían pagarse sus obras,
como artesanos. Idolatría. Hay cocineros que convierten sus memorias en
una divertida novela –Anthony Bourdain–, pero lo que uno espera de un
cocinero, es que le dé bien de comer; lo otro, es un valor que se nos da
por añadidura. Un cocinero es alguien con oficio, como un actor o un
fontanero. Si no da bien de comer, sólo es un bracero de la industria
del pienso. Un concurso de cocina nunca será la carrera de cuadrigas de
Ben Hur. Por mucho afán que le ponga el Chicote.
Me llama un
amigo que organiza un “evento gastronómico” y se lamenta: “No me vuelven
a pillar. Son peores que los políticos: Si va Fulanito, yo no voy. Si
va Menganito, quiero estar a su lado”. Príncipes de la Iglesia, divos y
divas, pelea de egos: a los electricistas, también les pasa. Luego llega
el crítico y establece el escalafón, con gran regocijo de los
beneficiados. Algo de eso se olió don Antonio Machado al escribir: “En
nuestro tiempo se puede hablar de la esencia del queso manchego, pero
nunca de Dios sin que se nos tache de pedantes”. Hemos pasado de
cocineros peones de brega que cumplían jornadas de 14 horas a los
sesenta años, a no dejarles cocinar entre giras e invitaciones a la
Documenta de Kassel –que, por cierto, tiene nombre de queso–, a exponer
sus “obras”. Cuidado, se enrancian y desmontan.
Me parece
perfecto que un cocinero se haga millonario, que invente, como Ferran
Adrià, técnicas y procedimientos de los que pueda servirse la industria
alimentaria, industrias no nos sobran, que nos sorprenda con piruetas y
bromas, pero ¿Qué tiene que ver eso con la cocina? Un buen cocinero-a es
más importante para tu placer que el ministro al que votaste, un
respeto, pero si Quique Dacosta dice que su cocina se ha vuelto
“introspectiva” ya no sé si mezcla pechuga y psicoanálisis. Con algas. Y
pedantería.
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