martes, 2 de junio de 2015

PROBLEMAS DIGESTIVOS DEL IMPERIO


CON GUSTO
   GATOS RUSOS
EMILI PIERA
Cuando yo no comprendía cómo los rusos podían querer a un tipo borrachín y tarado como Yeltsin, me lo vino a aclarar un amigo de Madrid que era poeta, comunista (aún) y guía turístico de todas las Rusias: “Porque es como ellos: grandullón y torpe, capaz de abrazar al director de la orquesta y de meterle mano a la violinista”. Ahora que conmemoramos la victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial es momento de recordar que se debió, en esencia, a tres cosas: a la dignidad de los británicos que le aguantaron la mirada al pistolero nazi, a las fábricas americanas (era ya la segunda guerra de materiales, según Jünger) y, por encima de todo, a los soviéticos que pagaron la factura de la carne según la tradición rusa de victorias con un altísimo coste.
Los rusos me gustan. De siempre. Basta ver su relación con la ciencia para comprender que son como gatos que arriesgan y conocen, que se introducen en los terrenos más procelosos y abandonan cuando ya han visto lo que querían, sin preocuparse por las aplicaciones o las existencias del almacén, cosa de tenderos. El furor. También son gatos en sus hibernaciones y retiros melancólicos a Krásnaya Poliana (el único Teatro de Gatos del mundo está en Moscú: los mininos son indomables, pero les encanta interpretar). Se comprende que bálticos y polacos hayan celebrado por su cuenta la victoria: la presencia rusa tiene una naturaleza ciertamente invasiva. Pero también los rusos han paseado sus megatones, aliados (China e India pero también Grecia, Serbia y Chipre) y tanques a estrenar.
 La OTAN incumplió su promesa de no desplazarse hasta la frontera rusa y EE UU aprovechó el 11-S para rodear Rusia con una cadena de bases, de Kosovo y Polonia a Kirguizia y Afganistán, para tragarse la pieza, pero los maestros del ajedrez son rusos, ¿no? Luego estuvo lo del comunismo, que es como la charcutería: un gran negocio para todos, excepto para el cerdo. Sirvió a los obreros occidentales, a los no alineados, a las colonias en vías de liberación. Ahora, que otro lleve la hucha del Domund.     

No hay comentarios:

Publicar un comentario