CON GUSTO
CARTAS GRIEGAS
EMILI PIERA
No es la primera vez que el Nobel de
Economía, Josep Stiglitz, lo dice, pero esta vez ha sido aún más claro:
el problema para Europa no es Grecia sino Alemania. Así es: si después de
tantos años de sacrificios, recortes y austeridad, Grecia debe más de lo que
debía al principio (y lo mismo le ocurre a Italia, España y Portugal, entre
otros) es que, seguimos con Stiglitz, “era veneno lo que se había recetado como
medicina”. Por si las dudas, el señor Stiglitz (y yo también) es partidario del
euro y de que Grecia asuma, con los matices que se quiera, sus compromisos
financieros.
¿Es que Angela Merkel es una tarada? En
absoluto y, casi seguro, es mejor persona que Rajoy, sin ir más lejos.
Por ejemplo ante los alardes de los xenófobos de Pegida, que pretendían
satanizar a los emigrantes, salió a combatir contra quienes practican “la
prédica del odio”: mucho más de lo que ha hecho el PP en toda su historia. Pero
la hija del predicador tiene sus limitaciones y aparte del sagrado respeto al
dogma, está la titilación de pertenecer a los grandes poderes y la venta
sostenida de mercancía averiada a sus compatriotas (porque, probablemente, ella
misma cree en sus virtudes), que se la han comprado a mansalva. No, los del sur
no somos derrochadoras cigarras, ni ellos laboriosas hormigas. Los bancos
alemanes están en primer lugar en todas las trapacerías y mandangas que crearon
la burbuja. Tila y reflexión.
Si Alemania se pone al frente de Europa
con empeño, política económica más alegre, unidad fiscal y lucha contra los
paraísos, tiene reservado un merecido puesto de gran potencia. Si cree que
puede imponer una línea mortificadora que castigue a supuestos derrochadores,
provocará el efecto alianza, tan frecuente en su historia, lo que será un
desastre para todos. No hace falta ser un prodigio de imaginación para ver que
Grecia (y España) tienen más salidas de las que se ven. Grecia mantiene estupendas
relaciones con Rusia: siempre las ha tenido. Rusia es mucho decir y el
Mediterráneo, un pastel. A lo peor alguien quiere un radical cambio de alianzas
y más inestabilidad pero ¿nos conviene?
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