23/11/14
Melocomotó
TAPAS Y ARROZ
EMILI PIERA
Una cocina es una antropología. Comer
de tapas es algo que se hace en Madrid, en una parte de la Mancha, por supuesto
en Granada, o en San Sebastián donde la tapa se llama pintxo. Para comer de
tapas no basta con tomar raciones pequeñas de algo acompañadas de vino, cerveza
o sidra, sino que hay que tener una tradición, secular o reciente, eso no es
importante, de comer generalmente sobre los dos pies y con uno de ellos en el
estribo, comentar y discutir junto a la barra y cambiar de sitio para ir
completando el menú un poco al azar. Eso no se hace en Valencia (ni podría
hacerse: no hay suficientes locales con este tipo de oferta, ni lo bastante
próximos), un poco sí en Alicante donde también están los mejores sitios del PV.
Una cocina es una antropología y marca
un área cultural y la separa de las otras ¿Más que la religión? Sí, tanto o
más. Los insectos se comen en Tailandia o Méjico, pero no en Tomelloso. Al
norte de Burdeos, por fijar un límite, el bacalao se come fresco, pero al sur, se
prefiere el bacalao salado como “momia devuelta a la vida”(Vázquez Montalbán).
Así pues, tapas. En Sueca acaban de
celebrar la tercera edición de la Fira Gastronòmica de les Tapes, gracias a los
hosteleros locales y a la concejalía de Turismo y Comercio que se muestra muy
activa. A un euro la tapa y 23 stands (Por cierto, este fin de semana hay feria
del turrón y la peladilla en Casinos. Si quieren reservar mesa tienen varias
buenas opciones: La pitanza en
Pedralba, La Taula de Llíria en
Llíria, claro, y el Levante y el Rioja, en Benissanó. El Levante es uno
de los lugares en los que se puede tomar un arroz de absoluta confianza).
Las tapas viven un buen momento, como
especialidad del gastrobar (uno de los cuales, el Tatau bistro de Huesca, ha sido estrellado por Michelin) porque
sirven para mantener la línea y darle a la cartera meneos suaves. Dos razones
para el éxito en plena crisis. Reparen también en el hecho de que son una buena
compañía del arroz. El arroz es un plato completo y me parece que es de mal
gusto –si no se tienen veinte años y una novia muy guapa– rodearlo de muchos preámbulos
o derivaciones. Así comimos en Creu de
la Conca (963 247 174) una paella de marjal con conejo, pollo y pato. Muy
buena. Pinedo es una de las mayores concentraciones de arrocerías entre
correctas y buenas y Creu de la Conca es una de ellas (La Genuina y La Alquería del
Brosquil, otras dos). De entrada pedimos dos ensaladas –de tomate y atún y
de salazones– y una buenísima titaina que salió como debe ser: calentita. Y un
buen pescadito frito. Éramos ocho. De postre me pedí una crema de avellana
casera. 26 euros por cabeza, con el vino. Además tienen una magnífica bodega.
Si está en la Malvarrosa, siempre tiene Casa
Carmela.
Como teníamos en la compañía a un
maratoniano, mi amigo del alma José Luis Fandos, la víspera optamos por una
cena frugal (ya he dicho que esa es una de las utilidades de la tapa: la
ingesta contenida) y elegimos dos locales del Carme. En El Molinón, que no deja de ampliar y mejorar su carta (tienen el
más amplio surtido de quesos asturianos de la ciudad, incluido un apartado de “quesos
fuertes”), tomamos una ración del queso asturiano Gamoneu (fascinante), una
txistorra de primera, sin ese color fosforito y ese grasaza de las malas
elaboraciones, y dos raciones de excelente caballa ahumada con pan y tomate
fresco. Todo regado con un cariñoso albariño. Luego fuimos a La Botifarra, a casa Jordi, que es como
de la familia, a tomar papas arrugás con mojo picón y verde y una ensalada.
Restaurante Creu de la Conca. C/Mosén Cuenca, 39. 963 247 174. Pinedo.
Especialidad en arroces y tapas tradicionales
Restaurante El Molinón. C/Bolsería, 40. Valencia. 963 911 538. Cocina
asturiana. Tapas y raciones caliente y frías. Mejor cuando hay menos gente.
La
Botifarra.
C/Pinzón, 12. Valencia. 616 758 624. Tapas bien cocinadas, sin grasa. Si es tu
cumpleaños puedes pedirle a Jordi una “brillantina”: inolvidable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario