CON GUSTO
DEMASIADOS
MÁRTIRES
EMILI PIERA
Los que ven el mundo musulmán como
literalmente poseído por un frenesí autodestructivo y sectario (ambas cosas
favorecidas por subvenciones sospechosas y jugarretas imperiales), los que
tienden a ver las cosas así, deberían ser más humildes: Europa se pasó varios
siglos desgarrándose en guerras de religión y su forma, no menos incivil, pero
laica, el nacionalismo y su “transferencia de sacralidad”. Guerras no más
sensatas que los bombazos recíprocos entre chiíes, sunitas y demás familia. Lo
evoca, con el doble estremecimiento de la belleza y el horror, Robert Louis
Stevenson en sus viajes con la burra Modestine por las gargantas del Tarn,
las tierras del Aude y otros lugares del Languedoc.
Y en esas que monseñor Cañizares
me da un susto: “la libertad la traen los mártires, no los revolucionarios”.
Puede, eminencia, pero, por favor que no tengan prisa, hay otras formas de
hacer frente a la crisis de santos (sabios y guerreros). Ha costado mucho que
aquí, en Sicilia, que es donde le leí, puedan festejar a San Sebastián y, un
poco más tarde, a Santa Ágata y, entre medias, los Carnavales, con paz,
banderolas y andas barrocas como los pasos de Sevilla, una fiesta muy
cristiana, sin duda, pero también un poco indostánica. Por cierto, en Pakistán
fueron elevadas al cielo de Alá 3600 almas el último año, que no fue malo en
crímenes de secta; en los anteriores, la cosa fue peor. Nuestro querido
arzobispo no debería parecer el califa Abú
Bakr al-Bagdadí.
Con menos mártires, también nos
hubiéramos arreglado. Confieso que tuve en mis manos el libro Avarizia (aún por traducir que yo sepa)
de Emiliano Fittipaldi (les juro que no es mi pseudónimo), dedicado a
las finanzas vaticanas, pero yo ya había seguido el culebrón del Banco
Ambrosiano y el banquero Roberto Calvi, suicidado bajo el puente de
Blackfriars. Dice el autor que es por ayudar al papa Francisco, pero la
proclamación despide cierto tufo hipócrita. El catolicismo, al menos, sigue
siendo cosmopolita que era la acusación que pesaba sobre los soviéticos
sospechosos de poco patriotismo, otra fábrica de mártires aquella.
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