CON GUSTO
MIGUEL CATALÁN
EMILI PIERA
El
profesor de Ética, Miguel Catalán, nos ha convertido a todo el gremio de
letraheridos en un hatajo de vagos mediante la publicación, simultánea o
casi, de cuatro libros. Con lo que a mi me ha costado alumbrar otro
más. Incluso le ha dado para inaugurar, con otros dos autores, la línea
de novela en castellano de la editorial catalana Arola. Consciente de
que en este país se practica mucho “el dolor por el bien ajeno”, Miguel
añade (en defensa propia): “Son coincidencias de la vida. El año pasado
no publiqué ninguno”. He aquí uno de esos filósofos que escriben (eso ya
está acreditado), un gremio no muy numeroso, pero con representantes
ilustres: Nietzsche, Cioran, Sartre, Savater, García Calvo…y allá al
fondo, sí, Ortega.
Todos los filósofos (modernos) ponen sus
ideas por escrito, pero escribir es otra cosa: aceptar el ingreso
voluntario en el purgatorio de las palabras donde tormento y atormentado
son la misma cosa y esperan alcanzar alguna reconciliación. Al final,
elijo del surtido Catalán un librito de paradojas –La ventana invertida
(es una referencia a los escaparates)– que me ha encantado y que
encabeza una dedicatoria: “Para Emili Piera que no se quitó del vicio de
escribir ni siquiera publicando una columna diaria en la prensa”. El
gremio filosófico es descreído (a Sócrates le condenaron por “corruptor”
y García Calvo tenía su palestra de gimnosofistas en la calle del
Desengaño), y hace bien.
El señor Catalán ha cumplido la tarea de
desengañar en varios frentes (tiene un Diccionario de falsas
creencias), pero sobre todo a través de un vasto tratado de Seudología
del que presenta el quinto y sexto volumen. Con un par. La Seudología
trata de la sospecha o certeza de que el mundo es un teatro y la vida,
sueño (como decía el clásico), maya, tejido de apariencias, nada. O como
decía uno de los Panniker (Salvador, creo), “la broma de Brahma”.
Brahma es el creador de la trinidad hindú. En ese velo de nieblas hay a
veces puntadas muy bellas y pasiones inmensas que brillan un momento y
se extinguen. Y no nos han dejado leer más.
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